El regreso de Lula y la participación de Maduro marcan tenso relanzamiento de la CELAC en Argentina
22 de enero de 2023
La tradicional foto presidencial probablemente será analizada al detalle en Buenos Aires, donde este martes comenzará la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Quién se coloca al lado de quién. Las palmaditas en el hombro. Si hay risas o gestos cómplices. O más bien caras serias y silencios reveladores. Todo eso formará parte del relanzamiento de este mecanismo de integración regional, que tendrá como principal novedad el retorno del Presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, a la escena latinoamericana —y en un sentido más amplio, del propio Brasil— y que ya tiene instalada de antemano su primera polémica: la participación, muy cuestionada por algunos sectores, del mandatario venezolano, Nicolás Maduro, quien busca reinsertarse entre sus colegas luego de un largo período de aislamiento internacional.
La cumbre de la CELAC, en todo caso, ya parte con un mérito: la propia celebración de una cumbre presidencial. El organismo creado en 2010, que tiene como miembros a 33 países del continente y solo excluye a EE.UU. y Canadá, estuvo prácticamente paralizado hace cinco años, cuando entró oficialmente en un “período de reflexión” luego de que varios gobiernos de centroderecha de la región mostraran poco interés en su continuidad y lo criticaran por tolerar a regímenes autoritarios como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua. En 2020, sin embargo, el Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, asumió su presidencia pro tempore con la misión de revivir el mecanismo, que perfiló como una alternativa a la Organización de los Estados Americanos (OEA), y encontró un buen aliado en el mandatario argentino, Alberto Fernández, el actual anfitrión del foro, quien ha insistido en impulsar el proyecto en un intento casi personal de asumir algún tipo de protagonismo regional.
Para las cancillerías de México y Argentina, la CELAC debería entrar en una etapa de consolidación institucional, con la creación de una secretaría ejecutiva —esto es, una sede— que no dependa del empeño del país que asuma la presidencia pro tempore. Pero en medio de una región convulsionada por varios conflictos políticos y sociales, y los cuestionamientos por el presunto sesgo ideológico del mecanismo de integración, el principal desafío todavía parece ser la convivencia entre sus miembros y las definiciones sobre la identidad democrática del foro.
“Este relanzamiento de la CELAC se da en un contexto muy particular, de una marcada recesión democrática en el continente”, comenta Leandro Querido, director ejecutivo de Transparencia Electoral, quien resalta que la participación en Buenos Aires de Nicolás Maduro, así como la asistencia del Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y del canciller nicaragüense, Denis Moncada, “confirman que a la CELAC no le hace ruido este retroceso democrático”.
Querido enumera solo algunos de los conflictos actuales que se superponen en la región, y queda corto: la violenta crisis por la destitución de Pedro Castillo en Perú; la persecución judicial a la oposición en Bolivia; la embestida del gobierno argentino contra la Corte Suprema; el asalto de radicales bolsonaristas a la democracia en Brasil; la caída de apoyo ciudadano al Presidente Gabriel Boric…, demasiados problemas internos que podrían entrampar un efectivo proceso de integración latinoamericano. “Hay que resaltar que esta es una CELAC muy débil, porque los gobiernos que llevan adelante cierto liderazgo, como Argentina, hoy están en crisis (…). Alberto Fernández está atravesando una crisis de liderazgo total a nivel local, y es lógico que tampoco pueda ejercer algún tipo de liderazgo internacional. También es una CELAC débil porque no tiene ningún tipo de compromiso democrático; la agenda de consolidación democrática está ausente totalmente porque su lugar ha sido ocupado por gobiernos autocráticos o totalitarios como Venezuela o Cuba. La CELAC no tiene una agenda de promoción democrática ni puede tenerla”, dice el analista.
La asistencia de Maduro en Buenos Aires, en particular, promete hacer mucho ruido en la cumbre. “Va a ser una buena oportunidad para que se escuche la voz de nuestros pueblos”, dijo esta semana el Presidente venezolano, quien ya envió una delegación de avanzada para analizar sus desplazamientos y se aseguró de que su avión no fuera a ser embargado por las sanciones, como ocurrió recientemente con una aeronave de bandera venezolana en la capital argentina. Pero difícilmente le esperará un cálido recibimiento: ya hay anunciadas protestas ciudadanas en su contra, mientras que la oposición argentina presentó un proyecto en el Congreso para declararlo persona non grata y la presidenta del partido PRO, Patricia Bullrich, fue más allá y pidió su detención: “Si Nicolás Maduro viene a la Argentina, debe ser detenido de manera inmediata por haber cometido crímenes de lesa humanidad. Tal como ocurrió con Pinochet en Londres, en 1998”, dijo sobre el mandatario venezolano, por quien EE.UU. todavía ofrece una recompensa de US$ 15 millones.
Si Maduro pondrá la cuota de polémica con su reaparición, se espera que Lula inyecte un mayor optimismo en la CELAC. El Presidente brasileño, que asumió el 1 de enero, reincorporó oficialmente a su país en el foro luego que Jair Bolsonaro se saliera en 2020, y existe mucha expectación con respecto a sus próximos pasos para fortalecer la diplomacia regional y volver a apuntalar organismos como la CELAC y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que también ha caído en el olvido.
“Hoy casi todos los mecanismos regionales se encuentran en puntos muy bajos, con poca efectividad y recursos. Al mismo tiempo, la importancia del regionalismo nunca ha sido mayor, ya que los problemas fundamentales solo se solucionan a través de la cooperación. La gran pregunta es si el regreso de Lula al poder en Brasil podría dar más energía y dinamismo, sobre todo a UNASUR y CELAC”, comenta Michael Shifter, analista de Diálogo Interamericano.
“Lula es reconocido como un líder regional, y el atentado contra la democracia brasileña el 8 de enero ha generado una enorme solidaridad y buena voluntad hacia él. No está claro, sin embargo, qué puede lograr en UNASUR y CELAC en términos concretos, más allá de los discursos políticos, dadas las circunstancias complejas tanto económicas, políticas y sociales en América Latina y el Caribe. Por el momento, cada gobierno ha mirado hacia dentro y no ha actuado de manera coordinada y colectiva para solucionar sus problemas. En ese sentido, el papel de Lula es fundamental, pero él también tendrá muchas limitaciones en el frente doméstico para contener la amenaza a la democracia brasileña, el alto nivel de polarización, los serios problemas económicos y sociales y las altas expectativas de la población. Y Lula también podría dar más énfasis a su agenda global, antes que a objetivos regionales”, agrega Shifter.
Los expertos también destacan otro debate que probablemente se tomará la cumbre de la CELAC, vinculado a las presiones de varios de sus miembros para marcar una mayor distancia de EE.UU. —que forma parte de la OEA, pero no de CELAC— y, en cambio, acercarse grupalmente a China. Alberto Fernández extendió invitaciones de cortesía tanto al Presidente estadounidense, Joe Biden, como al chino Xi Jinping, pero ninguno confirmó su participación.
“Los mecanismos de integración de la CELAC hoy están en entredicho por su sesgo ideológico, con un discurso profundamente antinorteamericano, que tiene profundos vínculos con China y que incluso se acercó en sus primeros momentos a Rusia”, señaló Querido, quien advierte que la CELAC corre el riesgo de convertirse en un foro regional “promocionado indirectamente por China”.
Shifter coincide: “El hecho de que CELAC funcione como plataforma para China en sus relaciones con la región debería ser un estímulo para que EE.UU. se comprometiera más y dedicara más recursos para el desarrollo de América Latina y el Caribe”.
¿Quién irá al lado de Lula en la foto presidencial? ¿Y dónde se colocará Maduro? Ya se verá, pero los encargados de protocolo no lo tienen fácil.
Por Jean Palou Egoaguirre
Fuente: El Mercurio de Chile