Transparencia sí, desinformación no: con campañas sucias pierde la democracia

Honduras se acerca a unas elecciones generales en un clima político tenso, con una autoridad electoral bajo constante ataque y un ambiente de desconfianza creciente.
Parte del problema es que se han promovido narrativas de fraude sin sustento, se han registrado intentos de interferencia judicial en las funciones del organismo electoral y se han lanzado acusaciones infundadas contra soluciones tecnológicas y proveedores. De hecho, la Misión de Observación de la Organización de Estados Americanos (OEA) ya ha advertido sobre los riesgos de estas prácticas, subrayando que la intromisión institucional puede poner en peligro la integridad del proceso.
Experiencias recientes de otros países de la región demuestran que el verdadero riesgo para la democracia no está en la tecnología en sí, sino en la manipulación política del componente técnico y la independencia de las instituciones. No es la biometría ni el sistema de transmisión de resultados lo que amenaza la transparencia en Honduras, sino las campañas de desinformación emprendidas por actores importantes del proceso electoral.
Blindar la elección no es solo protegerla de ataques externos, sino también evitar que el populismo, la polarización y la posverdad desplacen la discusión técnica y desgasten la confianza ciudadana. Estas tres fuerzas combinadas, dan forma a campañas sucias que sustituyen el debate informado por ataques emocionales y acusaciones sin pruebas.
Algunos candidatos, que incluso resultaron ganadores hace pocos meses con el mismo Consejo Nacional Electoral y el mismo sistema que acusan hoy de fraudulento, intentan infundir miedo y polarizar con el objetivo de ganar espacio en medios y sumar votos, poniendo en riesgo la paz de Honduras.
Atacar a la autoridad electoral sólo conduce a la erosión de la confianza en la institución del sufragio. En un contexto de autocratización global, los actores políticos deben comprometerse con la democracia y respaldar a sus instituciones. Esto no quiere decir que no puedan haber críticas, pero estas deben darse siempre a través de los correspondientes mecanismos institucionales.
Garantizar la credibilidad de una elección requiere que el criterio técnico prevalezca sobre el cálculo político. La transparencia electoral no se defiende desacreditando sin fundamento; se defiende con reglas claras, procesos verificables, auditorías, y observación electoral nacional e internacional con acceso a cada fase del ciclo electoral. Solo así Honduras podrá garantizar que la voluntad popular sea respetada y que el país no repita los errores de sus elecciones del pasado.
Desde Transparencia Electoral hacemos un llamado firme a las instituciones del Estado, a la autoridad electoral y a los partidos para que prioricen la integridad del proceso sobre cualquier interés político. Las elecciones deben ser un espacio de competencia justa y de respeto a la voluntad popular, no un terreno para erosionar la confianza ciudadana. Solo con responsabilidad, transparencia y compromiso democrático es posible asegurar que Honduras avance hacia unas elecciones libres, íntegras y confiables.
Información de contacto:
Transparencia Electoral
Correo: info@transparenciaelectoral.org