
La normativa electoral establece el inicio de la campaña treinta días antes de la elección, sin embargo ésta empezó hace rato. A simple vista parece algo inocuo; que entre las gigantografías que abruman al peatón o al automovilista se asome la cara de un candidato parece no molestar demasiado.
Ahora bien, aunque no se advierta, los efectos son muy nocivos para las elecciones que pretenden ser justas, equitativas y transparentes.
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